Los monóloblogs reflejan una multiplicidad de verdades, algunas escondidas tras la máscara de la ironía, de lo absurdo. Por tanto, la verdad sólo será visible para los iniciados e inaccesible para los injustos o los que sólo desean gratificación sensual.
Cierro la cancela de la entrada... recorro tu jardín... subo las escaleras...
Limpio mis zapatos en el felpudo de entrada...
Tomo aire... abro rápidamente la puerta... y te veo...
Como siempre... hermosa... radiante... sientiendo que sientes que me gustas...
No puedo perder un segundo...
Abro el escote de tu vestido... y acaricio tus pezones...
Lubrico mis dedos como puedo... y los llevo al paraíso que se oculta tras tus bragas...
Hundo mis dedos en tu suntuso coño...
Qué puto placer separar sus labios hasta sentir el dulce palpitar de sus pliegues.
Te despojo del vestido... violentamente...
Separo tus piernas y vuelvo a profanar tu sexo con mis dedos...
Cuando tu siento que tu humedad empapa mis manos...
te volteo hacia un lado... dejando expuesto tu trasero.
Me deleito contemplando la curvatura de tus nalgas---
y escupo en el centro de tu ano...
Mi lengua acaricia suavemente su contorno...
Mmm... me encanta su sabor... su olor y textura...
Me retiro e introduzco uno de mis dedos en la humedecida cavidad...
Siento como te estremeces...
Retiro mi mano llevándola aguas abajo...
con la intención de preservar el punto de humedad adecuado para esas latitudes...
Mientras, el corazón de mi mano izquierda ocupa la vacante...
recorriendo sin prisas ni pausas el sutil fruncido de tu ano...
Sí... creo que ya estás lista para...
Sexo anal
Mi hermana insistió en que la acompañase a un barbacoa
en casa de unos amigos. No me apetecía mucho... pero esa tarde no tenía
mejor cosa que hacer.
Llegamos. No conocía a nadie. Los
anfitriones parecían cordiales en el trato. Él, de aspecto bonachón,
locuaz... quizás algo dicharachero, no paraba de hablar (de esto, de lo
otro) y de beber. Ella, alta y delgada, aunque de musculatura definida,
quizás por la práctica no esporádica de algún deporte; mucho más
discreta en la locuacidad, tenía una mirada magnética que enseguida me
atrapó.
La energía del anfitrión cayó a cero en cuanto
terminamos de comer. Se tumbó en una hamaca que estaba al lado de la
piscina y empezó a roncar. Mi hermana y la anfitriona prefirieron
broncearse en las tumbonas. Así que yo... sin muchas más opciones, me
zambullí en la piscina.
Tras un par de largos... me
apoyé en un lateral, con el resto de mi cuerpo en el agua, y escudriñé
el entorno. El roncador no daba tregua... mi hermana tumbada boca abajo
parecía grogie... y la anfitriona... la anfitriona estaba recostada con
el respaldo de la tumbona algo levantado... aplicándose bronceador en el
perímetro de su escueto bikini... y mirándome... muy fijamente.
El
cruce de miradas me produjo una leve erección... y lo que es más grave:
provocó que la empezase a mirar como mujer... como hembra... Analicé
sus curvas, sus labios... su vientre... la bisectriz de sus muslos... y
se bloqueó mi mente con una sola idea.
De pronto se levantó, y se metió conmigo en la piscina... en el que pude ver de cerca toda su excitante y curvilínea anatomía...
De un salto, salió de la piscina y se dirigió al interior de la casa... y yo salí detrás de ella...
Entró en la cocina y se detuvo delante de la encimera...
Me
acerqué a ella, empapado aún, hasta rozar con mi pecho su espalda, y
con mi bañador sus nalgas. Noté como se aceleraba su respiración... a la
vez que se aceleraba mi erección. No había duda: tenía que actuar.
Me
retiré un poco hacia atrás y me despojé de mi bañador, no sin alguna
dificultad, dado lo mojado que estaba y, sobre todo, por lo empalmado
que estaba.
Sin prisa, pero sin pausa, le quité el bikini....
Me acerqué otra vez a ella... mi polla buscaba desesperadamente un acomodo en su curvilínea anatomía.
Pegado
a su espalda, no pude resistirme a la tentación de acariciar sus tetas,
apretando mis manos... y llevando mis dedos a la punta de sus
pezones...
Rodeando
su cintura, conduje directamente una de mis manos a su sexo... Sentí el
roce de su vello púbico... la humedad de sus labios... la dureza de su
clítoris y la calidez de su vagina.
El
roce de mis manos provocó que empezase a mover sus caderas, como si
estuviese bailasando, lentamente, apretando tus nalgas contra mi polla,
que empezó a llenarse de deseo...
Se
sentó en un taburete que había junto a la isla central de la cocina y
se inclinó hacia adelante, apoyando los brazos en la encimera. Echó un
poco hacia atrás sus caderas, alzándolas levemente, indicando claramente
que deseaba ser penetrada por detrás.
Apoyé una de mis manos en su lomo, y la sujeté, con la otra por el pelo, como si tratase de cabalgarla...
Empujé
hacia adelante, dejando libertad a mi polla para que buscase en la
hendidura entre sus nalgas, una vía por la que penetrarla...
Y
dependendiendo del ángulo de ataque, unas veces merodeaba los labios
húmedos de su sexo, rozándolos, abriéndolos y provocando suaves gemidos
de placer; otras volaba hacia el cielo impulsada por la vehemencia de mi
deseo; pero en uno de mis intentos, logré hundirme dentro de su ano...
Ella se estremeció... y yo experimenté una descarga de placer intenso
que recorrió todo mi cuerpo... llenando mi cabeza con la única idea de
penetrarla... analmente.
Pero,
justo cuando estaba impulsándome para invadirla por su retaguardia,
ella alzó sus nalgas, y metiendo una de sus manos bajo sus piernas,
acertó a agarrarme con fuerza la polla, con la evidente intención de
someterla y llevarla hacia su coño.
Me
gustó, y excitó, tal decisión e iniciativa... pero no estaba dispuesto a
ceder en mi empeño... Así que me retiré hacia atrás y recuperé el
dominio de mi polla; y asiéndola con mi mano izquierda, la conduje, ya
sin paradas intermedias, otra vez hacia su ano.
Era
deliciosa la sensación de tratar de introducirme en su cuerpo por donde
ella no esperaba... o no quería. Así que intenté ser todo lo delicado
que se puede ser en tal brete. Sin prisa... pero sin pausa, mi glande
empezó a horadar su culito, que poco a poco iba relajándose, dilatándose
y abriéndose para mi.
Al sentir como su culo
claudicaba ante mi energía, de un empellón, introduje toda mi polla en
su ano... penetrándola hasta el fondo.
De
su boca brotó un gemido que mezclaba dolor y placer... o dolor y
placer... lo cuál provocó en mi una señal de alarma, ya que podía estar
yendo demasiado deprisa... y, ¿por qué no?, podíamos despertar a los
dormidos en el jardín.
Pero ya habíamos superado el
punto de no retorno, por lo que resolví mis dudas incrementando la
amplitud y la profundidad de mis embestidas...
Se
revolvió un poco, como si pretendiese evitar lo
inevitable... y tras sujetarla con fuerza, comencé a percutir en su
cuerpo, sintiendo un extremo placer al ver como mi nabo se hundía una y
otra vez, en toda su extensión, en su candente culito...
Pero estábamos yendo demasiado deprisa para una operación que requería más estimulación y más lubricación.
Fue
entonces cuando ella, usó una de sus manos para separar sus nalgas,
como si del Mar Rojo se tratase, facilitando la penetración... Poco
después, comenzó a acariciar con cierta vehemencia su clítoris...
Mmm...
qué gusto sentir el sutil sonido del chapoteo de mi anatomía al
impactar con los húmedos labios de su coño... Qué sensación más intensa
sentir la estrechez de su culo apretando mi polla... Qué placer sentir
la mullidez de sus nalgas al impactar en mi pubis. Qué puto placer
escuchar sus imprecaciones, sus obscenas invitaciones para follarla a
fondo... y follarla... sintiendo ese dulce e inconfudible perfume al
que huele la hembra cachonda... Y qué morbo sentir que en cualquier
momento podríamos ser descubiertos...
Así
que teníamos que ser eficaces y eficientes en el uso del tiempo. Bombeé
una y otra vez mi lujuria en su trasero... azotándola de vez en
cuando... y apretando sus pezones de cuando en vez...
A
medida que aceleraba el ritmo de mis embestidas, ella sentía un intenso
placer que manifestaba soltando sin ningún rubor por su boca todo tipo
de soeces y vulgaridades, que debo confesar que me ponían inmensamente
verraco.
Le tapé la boca para que se callase, ya que podía despertar a los siesteros que aún dormitaban en el jardín.
Me gustaba que le gustase... me excitaba sentirla tan entregada... tan cachonda...
Así que con cierta brusquedad, separé aún más sus muslos, para que mi polla percutiese con toda su fuerza, penetrándola a fondo.
Y
llegó el momento en el que la aceleración de su mano agitando -y hasta
diría que maltratando- a su clítoris, los empellones cada vez más
profundos y los pellizcos con los que torturaba sus pezones, nos
llevaron al éxtasis más intenso que había experimentado nunca.
Me corrí en su culo... en silencio... conteniendo la respiración todo lo que podía.
Me eché hacia atrás... y pude ver como un borbotón de esperma afloraba por su ano.
La besé en el cuello... y me enfundé apresuradamente el bañador... Ella hizo lo propio con su bikini.
Y antes de entrar en el jardín, le susurré al oído:
- Lo que hemos hecho no tiene nombre...
Observación a la que respondió con un descarado...
Preparativos...
Qué puto placer separar sus labios hasta sentir el dulce palpitar de sus pliegues.
Separo tus piernas y vuelvo a profanar tu sexo con mis dedos...
Cuando tu siento que tu humedad empapa mis manos...
te volteo hacia un lado... dejando expuesto tu trasero.
Me deleito contemplando la curvatura de tus nalgas---
y escupo en el centro de tu ano...
Mi lengua acaricia suavemente su contorno...
Me retiro e introduzco uno de mis dedos en la humedecida cavidad...
Retiro mi mano llevándola aguas abajo...
con la intención de preservar el punto de humedad adecuado para esas latitudes...
Mientras, el corazón de mi mano izquierda ocupa la vacante...
recorriendo sin prisas ni pausas el sutil fruncido de tu ano...
Sexo anal