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29/8/24

La hora...

Bajé a la playa sola. Javi se quedó en casa teletrabajando. Instalé la sombrilla cerca de la orilla, coloqué el cesto a la sombra, sobre las chanclas, y abrí la hamaca. Me quité el pareo y apliqué algo crema protectora sobre mi piel. Ya estaba lista...

El mar estaba tranquilo... bandera verde... Poco a poco fui caminando hacia adentro, sintiendo el suave embate de las olas, empapando mi piel... Me sumergí... y me dejé llevar... La sensación era de absoluta serenidad, calma, placidez, no worries... 

Me puse de espaldas, abriendo los brazos, dejando mi cuerpo al pairo, sintiendo como era mecido por las olas... Podría haber estado así horas... 

El chapoteo de unos chicos puso fin a la tregua... Me puse de pie y empecé a caminar hacia la orilla. Eché mi cabeza hacia atrás, y me incorporé, para dejar mi pelo medianamente peinado y ordenado. 

Regresé al campamento base. Tomé una toalla del cesto y me sequé... Cogí la crema facial, y dibujé unas finas rayas sobre la frente y pómulos, que luego deshice extendiéndola por mi cara. Para el resto del cuerpo, factor 50: sobre los hombros, en el escote, el vientre, mis muslos, piernas y tobillos. 

Convenientemente protegida, me puse el sombrero, las gafas, los airpods... y me dejé caer sobre la hamaquita. Estaba en la gloria... 

De pronto, sentí una vibración en la muñeca... Era un mensaje de Javi en el que me decía que sus quehaceres le iban a llevar más tiempo y que no le esperase. Quizás egoístamente, sentí un poco de alivio al saber que esa mañana era para mi, que estaría sola... y libre.

Puse mi lista de favoritos de Spotify... cerré los ojos... y desconecté.

No sé si fueron segundos, minutos u horas... pero una increíble sensación de estar flotando, como si fuese vapor de agua, sin sentir las ataduras y límites del cuerpo, me embargó. 

De repente, escuché un "disculpe, sería tan amable de decirme la hora"...

Ladeé mi cabeza, y, mirando por encima de las gafas, busqué el origen de mi tal petición. Era un hombre, relativamente maduro, que estaba en cuclillas a mi lado... con las rodillas algo separadas, como si fuese un futbolista. De hecho tenía cuerpo de futbolista. Piernas fuertes, robustas, depiladas, bañador ajustado, como los de antes, un vientre relativamente plano, marcados pectorales, y unos brazos definidos y, sorprendentemente para lo que es habitual en estos tiempos, carentes de tatuajes.

- Sí claro, es la una menos cuarto.

Me respondió con una sonrisa y un "muchas gracias", que me supo a poco. Se incorporó y se dirigió unos pasos hacia atrás, donde también tenía una silla junto a quién intuía que era su mujer, que parecía muy concentrada leyendo algo en un kindle. Me sorprendió que trajese gafas graduadas a la playa... Especulé con la posibilidad de que fuese maestra... o supervisora... no sé... alguien con autoridad. Pero no era en ella en quién quería fijarme... sino en él.

No sé si fue su presencia, su sonrisa, su cuerpo o el calor de aquella mañana, pero mi mente y mi cuerpo empezaron a ser invadidos por una malsana curiosidad, por una fuerza perturbadora que hace volar a la imaginación, y que no entiende de límites, de barreras o tabúes...

Tranquila, Sonia, sólo te ha preguntado la hora... No hay nada más... Te has dejado llevar por el calor del momento... por pasajeras y calenturientas fantasías playeras que se desvanecerán en cuanto regreses a casa. Además, está ahí, con su mujer, ajeno a tus libidinosos pensamientos, queriendo saber la hora para ir a ver las Olimpiadas en la tele.

Intenté buscar otra vez la serenidad... la calma... la paz... así que me tumbé, cerré mis ojos e intenté dejarme llevar por la música de mis airpods... 

Pero no... no podía quitarme de la cabeza a ese tipo... así que lo busqué con la mirada... y lo encontré... pero él también a mi. Estaba allí, con su pareja, escribiendo o dibujando algo en un cuaderno... Me asustó sentirme descubierta... pero también me excitó. Y mucho... 

Pude sentir una corriente de húmedo placer intenso entre mis piernas empapando mi bikini... Oh, Dios... mi deseo se desbordaba... y quería ser saciado allí mismo.

Como me estaba poniendo malísima...  decidí poner fin a la sesión de playa y regresar a casa... para darme una duchita refrescante que apaciguara el volcán que brotaba de mi coño... Me incorporé, me puse el pareo, guardé la sombrilla, plegué la hamaca y me calcé las sandalias. Aunque podía haber salido por otro lado, lo hice pasando al lado del causante de mis "males"... Al pasar, sentí su mirada... su sonrisa... y un turbador: "nos vemos"... al que respondí, nerviosa, con un apenas perceptible "claro"... 
 
Y cuando pensaba que nuestra transacción verbal había terminado, arrancó la hoja del cuaderno y me la dio. Me había dibujado en ese papel, tumbada sobre la arena, ajustándome el sombrero... pero desnuda, sin bikini...  Sonreí algo agitada y excitada al verme así, tan vulnerable y sensual, y le agradecí el detalle. Él me respondió que había sido un placer y me preguntó cómo me llamaba. Con un hilo de voz, le dije que me llamaba Sonia. "Yo soy Mario", respondió él. Volví a sonreír y me despedí, llevándome conmigo ese dibujo que prometía despertar mis fantasías...
 
Llegué a casa, saludé a Javi y, clandestinamente, volví a mirar el dibujo: aquellos trazos a bolígrafo dibujaban mi silueta, tumbada, desnuda, expuesta... pero había algo más que, con la excitación del momento, no había visto: una M y un número de teléfono...

3 comentarios:

  1. Wuau qué buen relato, Manolo, qué sorpresa, no me esperaba una entrada nueva en tu blog. Ha sido un placer leerte. Lo que puede pasar en un momento, el corazón puede latir a mil y el cuerpo ponerse en funcionamiento. Y qué inesperada esa hoja de papel al final.

    Y qué pasó después, no me quedes con las ganas jajaja, espero el siguiente capítulo que lo has dejado en lo más interesante.

    Un beso.

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    Respuestas
    1. Hola, María. Como siempre, gracias por tu visita y por tus amables palabras. La verdad es que a mi también me gustaría saber cómo sigue esta historia...

      Quizás, al llegar a casa y encontrarse con su pareja, haya pensando que lo mejor es no arriesgarse, ser buena chica y evitar problemas. Sí, es lo mejor, no complicarse...

      También es verdad que podría tener la tentación de llamar a M...

      No sé... ¿Tú qué harías?

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  2. Un placer volver a leerte.
    Estupendo relato, intrigante... final ?
    O hay segunda parte?
    Yo creo que la historia la merece.
    Esperamos, pues, esa llamada.

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