El macho alfa...

Me lo he justificado a mi mismo de todas las maneras.

Pero afrontémoslo, le di el palo a mi colega.

Entonces, ¿por qué lo hice?.

Podría ofreceros un millon de respuestas, todas falsas.

Lo cierto es que soy una mala persona, pero eso va a cambiar.

Yo voy a cambiar, es la última vez que hago algo así.

Ahora voy a reformarme y dejar esto atrás.

Estoy deseándolo: voy a ser igual que vosotros...

Mark Renton (Ewan McGregor), Trainspotting

(viene de aquí, de aquí y de aquí)

Cometí un error de principiante al no prever que, a esas horas, no era aconsejable recorrer lentamente su espalda con mis manos... y acariciar sus hombros... y descender traviesamente hasta hundir mis pulgares entre sus nalgas... Por que con tanta suavidad y dulzura podría aparecer... Y vaya si apareció...  

Lo hizo sin yo apenas darme cuenta... cuando estaba, literalmente, en bragas... Y, obviamente, en cuanto compareció, se acabó la diversión (llegó el Comandante, y mandó a parar).

Sin importarle lo más mínimo mi presencia, la abrazó y se apoderó de ella, poseyéndola profundamente... sometiéndola hasta su total abandono... dejando bien claro quién mandaba allí... quién era el macho alfa... 

Inútil era resistirse y luchar ante tal muestra poderío y dominio. Temiendo que en un descuido pudiera incluso empitonarme a mi, opté por recoger el aparejo, replegar velas, subir ropajes y retirarme buscando abrigo en puerto seguro, no sin antes dignificar mi huída dejando un beso sobre su mejilla.

Cerré la puerta con cuidado... que se hizo extremo en la comprobación de que afuera no hubiera miradas indiscretas que fiscalizasen mi evasión.

Me senté en el coche, respiré hondo y empecé a ordenar ideas.  Giré el control del MMI buscando alguna melodía que me ayudase a hacerlo... y Let it go, de Huxley podría servirme.

Lo primero que me cuestioné fue si lo hecho fue bueno o malo. Tras unos minutos de reflexión, concluí que sin ser bueno del todo, al menos fue natural... ya que lo único que pretendí fue disfrutar buenos momentos con mi acompañante... complaciéndola en todo lo que quisiera... y yo pudiera. Es cierto que también hubo roce y magreo, y que estuve a punto de conocerla, en sentido bíblico, muy profundamente... mas la irrupción del impertinente hijo de Hipnos impidió un contacto sexual que a buen seguro habría convertido mi buena voluntad en pecado y traición.

Como no estaba muy orgulloso de lo hecho, mi segundo pensamiento fue para el propósito de enmienda. Sí... tenía que cambiar y reformarme... y dejar de perseguir sonrisas y miradas con las que compartir buenos momentos... Tenía que conformarme... y resignarme... y renunciar -como renuncia la mayoría, los demás, las personas 'normales'- a probar el dulce sabor del fruto prohibido (o al menos eso es lo que dicen).

Así que, si algún día me viese envuelto en una conversación subida de tono con la mujer de un amigo... por muy embriagador que sea su perfume... por muy generoso que sea su escote y poderosas su par de razones... por muy sugerente que sea la lencería negra que asoma bajo su corta falda... por muy excitantes que sean las obscenidades que me susurre al oído... o por muy traviesas que sean sus manos jugueteando dentro de mi bragueta... me mantendré firme en mis convicciones y no cederé jamás ante la tentación.

En virtud de todo lo cual, hoy afirmo rotunda y solemnemente que NUNCA -y cuando digo NUNCA es NUNCA- me acostaré con la mujer o ex-mujer de un buen amigo.

(por suerte, mis buenos amigos se cuentan con los dedos de una mano)