Dudando entre el polvo y la paja...

(viene de aquí)

¿Qué hacer si la mujer de tu amigo, en su ausencia, te invita a cenar? ¿Rechazar la invitación para no comprometer la amistad? ¿O aceptar, arriesgándose a incomodar, y aun perder, al amigo?

Ni qué decir tiene que ante la duda... siempre, siempre, siempre debe elegirse la más tetuda.

Por tanto, buscarás un lugar apropiado; discreto (lejos de incómodos moscones), pero sin ser romántico; de carta escueta donde prime la calidad ante la cantidad.

Permite que ella decida los entrantes; alaba su exquisito gusto cualquiera que fuese su elección. Selecciona un vino acorde con los segundos.

Conversarás sobre cualquier tema que proponga... por comprometedor que resulte. Así, si plantease dudas sobre los verdaderos motivos de la ausencia de tu amigo, responderás con las coartadas que previamente pactaste con él... o improvisarás otras nuevas.

Trata, con sutileza, que en su copa no falte el vino... pero sé muy prudente con la tuya.

Si persistiese en las quejas, no la contraríes en las evidentes; a fin de cuentas, es sabido que tu amigo no es un dechado de virtudes. Con todo, buscarás argumentos que la persuadan de la enorme suerte que ha tenido al encontrar 'un tipo con tan buen corazón' (y tan poca cabeza).

Pide otra botella de vino, si fuese necesario.

Llegados a los postres, trata de llevar el foco de la conversación hacia otros asuntos menos conflictivos. Provoca su sonrisa con alguna ocurrencia... Elogia el brillo e intensidad de su mirada.

Antes de llegar los cafés, se excusará para ir al baño, momento que aprovecharás para deleitarte con el contoneo de sus caderas... y para abonar la cuenta.

Con cortesía y respeto, le preguntarás si quiere dar por finalizada la velada. En el previsible caso de que no sea así, sugerirás visitar cierta coctelería, ajena a su circuito habitual, en la que esa noche tiene lugar una cata de Gin Tonic. A buen seguro, se sorprenderá del exquisito maridaje del combinado de ginebra y tónica con el jamón ibérico.

Será altamente probable que ella proponga tomar la 'penúltima' en algún local de moda. Complácela. Brinda con ella por la amistad y por las mujeres que, como ella, derrochan simpatía. No cedas ante el chantaje de su sonrisa, ni a la extorsión de su insinuante mirada, ni a la amenaza de sus desafiantes pechos. Si mientras bailáis, rozase casualmente con sus nalgas sobre tu entrepierna, no extraigas conclusiones precipitadamente. Mantente la mente fría... y evita la tentación de atraerla hacia ti... y besarla... y comerla. Recuerda que es la mujer de tu amigo... y que él no lo haría... (bueno... él sí lo haría... por supuesto que sí lo haría...).

Así que cuando llegue la hora, la llevarás de vuelta a su casa... Antes de despedirte, le harás saber tu pesar por tener que poner fin a tan magnífica velada. Le darás dos besos... bajarás del coche, abrirás su puerta y la acompañarás a la entrada.

En el último momento será casi inevitable que os miréis, y que sonríais... y que os volváis a mirar. Mantente vigilante, por que tras otro nada incómodo silencio, te invitará, mezclando amabilidad y picardía, a entrar en su casa a tomar la 'última'.

Ante lo cual, esta vez sólo tendrías tres opciones... (continuará).