Muere, Manolo Blog...

Te ha llegado la hora, Manolo Blog...

Has jugado con fuego... y te has quemado. Y todo por desear por encima de tus posibilidades... 

Quisiste probar el dulce néctar de flores prohibidas... Quisiste saciar tu sed mojando los labios en fuentes de las que manaba abundante el deseo... Y para ello no dudaste en adentrarte furtivamente en jardines secretos, saltando tapias; violentando muros y propiedades; desoyendo advertencias, avisos y aun amenazas... 

Y ahora, navaja en mano, un novio despechado va a poner fin a tus fechorías.

De todas formas, también es mala suerte que vaya a hacerlo justamente cuando, esta vez, y por raro que parezca, no haya habido ofensa ni menoscabo de virtud. Y es que, como sabe todo el mundo que me conoce, además de nunca haber metido la polla donde tengo la olla (ni donde la tienen otros), sólo he buscado el placer en pieles que envuelven corazones, almas... y sentimientos, atributos y cualidades que, en la estricta relación laboral que aquella noche mantuve con Svetlana, nunca tuvieron la oportunidad de surgir.

No... la supuesta felación laboral y el posterior polvo en la sillón sólo han sido fruto de mi imaginación. Y si me he inventado esta historia ha sido porque era la única explicación que el celoso noviete aceptaba para entender la ausencia de Svetlana en la noche de autos...

Pero lo peor no era que Pedro Navaja estuviese a punto de matarme... lo peor, sin duda, era que el muy zote se estaba poniendo muy cachondo con el relato...

Bueno... ¿qué más da?...  de algo hay que morir.

(Por cierto, ¿puedo pedir un último deseo?)