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15/2/16

Tres eran tres...

Macarena era hija única. Su padre, un muy conocido abogado de Madrid que amasó una pequeña fortuna en las postrimerías del franquismo y que se hizo célebre defendiendo a uno de los máximos implicados en el 23F, había fallecido hace poco más de un año. Su madre padecía Alzheimer y estaba recluida en la finca que la familia tenía en Caravaca. A pesar de tener 8 tíos, todos de edad muy avanzada, sólo uno de ellos había tenido descendencia. Así que salvo su primo Fernando, abogado como ella, apenas tuvo familiares jóvenes con los que relacionarse. Quizás por ello, consideraba como auténticas hermanas a Silvia y a Laura, dos compañeras de la promoción 1989-1994 de la licenciatura de Derecho y Relaciones Internacionales de ICADE.

Aquellos fueron años intensos, divertidos y algo locos. Durante su época universitaria, Macarena conoció a Jacobo, alumno también de ICADE. Por conveniencia y sin mucha fe en el futuro de la relación, Silvia decidió dar una oportunidad a Juan Manuel, un muchacho que vivía en su urbanización, que atesoraba dos cualidades para ella imprescindibles: cuerpo escultural con personalidad manipulable. Laura, mucho más introvertida y tímida pero también serena y cabal, nunca tuvo especial interés por nadie, así que prefirió concentrarse en sus estudios y servir de compañera, acompañante, confesora y pañuelo de lágrimas a sus "hermanas". 

Como muchas parejas jóvenes, Macarena y Jacobo tuvieron sus altibajos, sus idas y venidas... Apenas apagado el eco del Gaudeamus Igitur de la graduación, Macarena decidió abrir un paréntesis para vivir la vida. Cortó con Jacobo y, con muy poco esfuerzo, convenció a Silvia para pasar juntas las vacaciones en Ibiza. Fueron dos meses locos de playa, fiesta y sexo compulsivo e inconexo, cuya crónica decidieron mantener en secreto... incluso para Laura. 

Pasados los excesos veraniegos, las aguas retornaron a su cauce. Maca decidió retomar la relación con Jacobo, que acaba de ser contratado como broker por una por aquellos tiempos desconocida compañía norteamericana de servicios financieros. Silvia convenció a Maca para crear un pequeño bufete que, al abrigo del de su padre, les permitiese ganar experiencia en el ejercicio de la abogacía. Finalmente, Laura consiguió un puesto en una madrileña Caja de Ahorros y Monte de Piedad, ahora muy célebre por sus tarjetas black. 

Y poco a poco, se fueron haciendo mayores...

Macarena se casó con Jacobo, y fruto del matrimonio nacieron tres niños. Silvia intentó mantener la relación con Juan Manuel, pero sus inseguridades y sus peligrosos flirteos con las drogas terminaron por dar al traste sus intentos; pasado un tiempo, y tras algunos tumbos sentimentales de poca entidad, conoció a Víctor, directivo de una empresa farmacéutica israelí, que le proporcionó una acomodada, aunque quizás también monótona existencia y, sobre todo, la maternidad que tanto deseaba. Y para no ser menos, Laura también encontró en Julián, que tenía una empresa de software de gestión de eventos deportivos, su media naranja, y ahora es una feliz madre de dos naranjitos.

Y llegaron los 40...

Macarena se sentía en deuda con Jacobo desde que él le preparó una fiesta sorpresa para celebrar su cuarentena. Así que coincidiendo con su 45 cumpleaños, organizó una fiesta sorpresa en el Hotel Monte Real, muy cerca de su casa. La idea era hacer creer a Jacobo que esa noche, a las 22:00, se celebraba una reunión de los socios del Real Club Puerta de Hierro en la que era indispensable su presencia. 

Silvia dejó a las mellizas en casa de su madre. Era la primera vez, tras su maternidad, que salía sola por la noche, ya que Víctor, como cada quincena, había viajado a Santander para pasar el fin de semana con su hijo mayor, fruto de una relación anterior. Laura, que también se encontraba sola, pues Julián estaba en México dando soporte a unos campeonatos panamericanos de atletismo, quedó con ella para recogerla a las 21:00. No sin alguna dificultad en el aparcamiento, llegaron al Hotel en hora.

Una empleada del hotel las condujo a un salón privado, en donde se encontraba Maca y algunos de los invitados. Maca estaba muy nerviosa y excitada, por lo que Laura, siempre tan pendiente de todo, la abrazó tratando de tranquilizarla. Maca tenía la lágrima fácil, y con tantas e inminentes emociones no logró contenerla. Silvia, con ambas manos acarició sus mejillas y, haciendo gala de sus dotes de persuasión, la convenció de que todo saldría estupendamente y, cambiando de tercio, le pidió que les enseñase lo que había preparado. Maca, mucho más animada, cogiéndolas de la mano, las llevó a un rinconcito donde había un photo-call con un montón de coloridas pelucas, sombreros y gafas y en cuyo fondo había un collage de fotografías con todos los momentos especiales que había vivido con Jacobo. En otra esquina, había una mesa con una tarta conmemorativa. En el lado opuesto, estaban preparados un cortador de jamón y un gin bartender para el cocktail. Al fondo, un DJ estaba poniendo a punto sus equipos. Finalmente, y muy cerca de la puerta de entrada, había una pantalla de proyección. En el exterior del salón había una terraza con un chill-out para conversaciones sosegadas, o bien, para los que los fumadores aliviasen su adicción. 

Poco a poco fueron llegando los invitados, y Maca, solícita, procedió a saludarlos y a instruirlos para que todo saliese perfecto. Entre ellos estaba la hermana de Jacobo, Anabel, a la que odiaba, la cual venía acompañada de un tipo bastante maduro, con cierto parecido a José Sazatornil, que calzaba unos rancios naúticos Pielsa. Tras ellos, llegó Fernando, el único pariente vivo de Maca de menos de 75 años de edad, que, después de saludar a la anfitriona, en cuanto vio que Laura no estaba acompañada de varón, se acercó a ella tratando de entablar una conversación, o quizás algo más. Más tarde, y en grupo, llegaron los amigos de Jacobo de El Escorial. Todos venían acompañados de sus parejas, salvo Javier, que venía solo...  

Tras unos minutos de tensa espera, desde la recepción advirtieron a Maca de la llegada de Jacobo. Ésta, nerviosa, pidió silencio con el dedo índice sobre sus labios... y las luces del salón se apagaron...   

8 comentarios:

  1. ¡Qué bueno que volviste con más relatos, Manolo! te venía echando de menos.

    Se apagaron y ¿¿¿??? habrá que esperar al siguiente capítulo, ainsss siempre nos dejas intrigados jajajaaj.

    Un beso.

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    1. Gracias, María, por tu visita.

      Se apagan las luces... y sube el telón, jaja. La verdad es que no sé por donde continuar esta historia. Quizás, la fiesta sorpresa haga más fuerte la no muy intensa relación de Maca y Jacobo. O quizás, Fernando se atreva con todo para seducir a una hembra indefensa. O quizás, la hermana de Jacobo, y su decrépito amante busquen a un tercero que incendie sus pasiones más básicas...

      No sé...

      Tengo que pensarlo...

      Y de paso, intentaré no perder el hábito de escribir...

      Un beso.

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  2. Se presagia una “intensa” sorpresa, para Jacobo…y quizá para el resto de invitados, incluía Maca… Y por supuesto, nosotros ;-)

    Un placer leerte… Y la fotografía, me encanta!!

    Bsoss!!

    (Cambié de cuenta, te dejo el nuevo enlace http://ginebrablonde.blogspot.com)

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    1. Hola, Ginebra. Estoy convencido de que será una noche muy intensa... para todos, jaja.

      Me alegra que te haya gustado el texto y la imagen...

      Me pasaré por tu blog, aunque creo que ya te he visitado.

      Besos.

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  3. Cuando se apagan las luces todo puede acontecer, que la oscuridad es cobijo de los seres de la noche. Y esas tres necesitan algo de marcha.
    Bicos!

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    1. Se apagan las luces... y se encienden las emociones... los deseos... y las venganzas.

      Gracias, Lou, por haberte acercado a estas inhóspitas latitudes... ;-)

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  4. Aquí esperándote...

    Amaranta

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    1. No esperemos más...
      La pasión ha resucitado... Amaranta ;-)

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