Mi intuición me decía que el hastío y aburrimiento de Suzy era proporcional al ego de El Nota. Por otro lado, había recibido información fidedigna de que El Nota tenía ciertas cualidades artísticas, pero ninguna de ellas era ser un virtuoso en la cama.
No tenía muy claro cómo abordar la aproximación... así que confié en mi instinto... La miré y me respondió con un inquisitivo arqueo de ceja. Con la excusa del ruido que había en el local, acerqué mi cara a su oído y le susurré:
- ¿Te apetece algo?
A lo que respondió con un desconcertante, turbador y tentador:
- Cómeme el coño.
- ¿Ahora?
- Libera tu agenda. Sé de buena tinta que eres versado en la materia... Mañana te veo.
Y sin más, Suzy se dio la vuelta para rescatar a El Nota (¿o quizás a Saibeth?) y poner fin a la velada.
Y mientras se alejaba, y seguía retumbando en mi mente su orden, o ruego, ¿o quizás deseo?, pensaba para mis adentros cómo afrontar un recital ante público y escenario desconocidos. Y recordando ese aforismo del golf que decía algo así como "qué raro, cuanto más practico, más suerte tengo", pensé que esa misma noche repasaría mi repertorio pensando en la actuación de mañana..
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