... se entreabrieron al verme, dejando al descubierto una sonrisa de perlas. La cortesía en la presentación me permitió sobrevolarlos a poca distancia. Sin duda, me habría encantado rozarlos para sentir su sabor, pero la prudencia me aconsejó posar dos besos de carnalidad contenida en la difusa frontera entre comisura y mejilla.
Besos con pinceladas de humedad...
esbozando trazos de furtivo deseo...
que imaginé desbordados en la intimidad...
Sed de tus labios que estremece mi cuerpo...
y que ahora, en la distancia, necesito saciar.
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