Icíar
propuso que fuésemos los chicos los que recibiésemos el protector
solar, para lo que debíamos tumbarnos... boca arriba.
Para incrementar el
morbo, Vicky entró en la casa a buscar un par de corbatas de Tino, con la intención de vendarnos
los ojos, de forma que no supiésemos quién nos iba a "tocar"... aunque era más que obvio y predecible lo que iba a pasar. Así que, privado del sentido de la vista, noté como "alguien" me aplicaba la protección
solar en el pecho... Quien fuera que fuese, esparcía suavemente el
mejunje, dejando caer sus manos hasta mis trabajados abdominales, acariciando mis marcados oblícuos (ya me gustaría que estuviesen "marcados", jajaja) y hasta aventurándose por debajo de mi
aún empapado bañador.
Ni qué decir tiene que me estaba volviendo a poner "palote" (joder, dos veces en menos de 10 minutos). Y justo cuando empezaba a sentir que aquello iba a ir a más allí mismo, sin mediar palabra ni
permiso, "alguien" me cogió por la mano con la intención de llevarme adentro de la casa. Al levantarme, "me se calló" la corbata, por lo que por fin pude confirmar la autoría de las caricias. Miré a Icíar... que me respondió con un guiño de aprobación. Miré también a Jesús... y éste asintió con un discreto gesto a la vez que me pronunciaba un enigmático "azúcar" que sólo él y yo entendimos.
Y así, sin más, Vicky me condujo hacia el dormitorio de invitados.
Debo decir que, a pesar de ser hombre (y es por todos conocido que los hombre no sienten ni padecen y sólo piensan en follar), noté en ese excitante momento una mezcla de morbo y excitación: una casa extraña, un dormitorio que no era el nuestro, una mujer de bandera que estaba separando sus rodillas, abriéndolas de par en par, como clara invitación a un inminente placer prohibido.
Y así, sin más, Vicky me condujo hacia el dormitorio de invitados.
Cuando llegamos a los pies de
la cama, Vicky se detuvo... y aprovechó la ocasión para explorar otra vez bajo mi bañador... Y viendo que todo el monte era orégano, decidí meter mi mano bajo su bikini para poner en su punto su humedecido género.
Vicky puso fin a los prolegómenos sentándose en la cama. Sin
dejar de mirarme, comenzó a reptar sobre ella, de espaldas,
apoyándose en los codos. Cuando su cabeza rozó la almohada, levantó las
caderas y se quitó la parte de abajo del bikini...
Debo decir que, a pesar de ser hombre (y es por todos conocido que los hombre no sienten ni padecen y sólo piensan en follar), noté en ese excitante momento una mezcla de morbo y excitación: una casa extraña, un dormitorio que no era el nuestro, una mujer de bandera que estaba separando sus rodillas, abriéndolas de par en par, como clara invitación a un inminente placer prohibido.
Y en el preciso momento en el que estaba ya dispuesto a liarme la manta a la cabeza e iniciar el polvo clandestino, la puerta de la habitación se abrió... Era Tino...
Tino miró a Vicky, indicándole, con el sutil gesto de su dedo índice dibujando un círculo, que se diese la vuelta.... Vicky respondió con una pícara sonrisa y obedeció. Ahora Tino me miró a mi... Lo miré.... Me volvió a mirar... Arquée las cejas, dubitativo, esperando órdenes. Y al fin, bajó su bañador... permitiendo que su polla asomase con insolente esplendor.
Tino miró a Vicky, indicándole, con el sutil gesto de su dedo índice dibujando un círculo, que se diese la vuelta.... Vicky respondió con una pícara sonrisa y obedeció. Ahora Tino me miró a mi... Lo miré.... Me volvió a mirar... Arquée las cejas, dubitativo, esperando órdenes. Y al fin, bajó su bañador... permitiendo que su polla asomase con insolente esplendor.
Y así, sin más preámbulos, nos anunció: vamos a divertirnos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sólo faltan tus palabras...