Quiero aprender a leerte en Braille... deslizando las yemas de mis dedos por tu cuerpo, ahora inmóvil, y descubrir, cifrados en el suave relieve de tu piel, sensaciones... recuerdos... emociones... sentimientos... con los que entenderte mejor.
Acaricio tu cabeza... fábrica de tantos sueños y locuras... casi siempre alumbrados en la soledad de tu cárcel de oro.... Ocultos por tu larga melena, mis dedos se electrizan con el luminoso brillo de tu imaginación, de tu creatividad... de tu inteligencia.
Recorro tu cuello... y siento algunas heridas... heridas causadas por las sogas del sometimiento... por las ataduras que quisieron impedirte volar...
Una página más... Ahora exploro las redondeces de tus hombros... Mis dedos leen las marcas de las responsabilidades del día a día.... Hombros a los que no se arrimaron esos que tanto necesitabas... Hombros que han soportado en solitario las obligaciones... Hombros que han cumplido... con tu parte y la del otro.
Paso otra página... para recorrer a tientas el relieve de tu espalda... Percibo el rítmico palpitar de tu corazón... Corazón que ha latido al margen de la razón... que te ha llevado a vivir compulsivamente... a sentir impulsivamente... a amar desquiciadamente... y que, paradojas de la vida, te ha traído junto a mi.
Inicio un nuevo capítulo en tu cintura...
Mis manos prosiguen su viaje hacia el sur...
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