Apareció como una sugerencia en Facebook. Vi su foto y me gustó; era preciosa; larga melena, ojos dulces como la miel y labios de fresa, que supongo tendrían sabor de amor. Examiné algunos datos de su perfil: relación complicada, interés por los hombres, gusto por la literatura, la ópera, los viajes... Y además, escribía en un blog. Mmm... es perfecta para mi, pensé para mis adentros. Y también sería perfecto que me aceptase como amigo, aunque esto último parecía difícil, ya que su lista de idems solo contaba con 20 personas, la mayoría apolíneos varones de indudable atractivo físico. A pesar de todo, le envié una tímida invitación con el único adorno de un lacónico "Hola". Al cabo de unos días, sorprendentemente, la aceptó.
Leía con atención cada una de sus entradas en el blog. Me encantaba su estilo natural de describir sus preocupaciones, sus gustos, su experiencias. Poco a poco me fui enganchando a ella. Así, cada vez que ella subía una foto, una canción, o una reflexión, añadía un comentario haciéndole ver cuánto me gustaba. Y es que todo lo que hacía ella me parecía perfecto.
Recuerdo, con una sonrisa, el día que puso en Twitter que se iba a bailar salsa... Pensé en cuánto me gustaría bailar con ella... Y aunque esta posibilidad era muy remota, decidí apuntarme, by if the flies, a un curso de salsa. También recuerdo cuando mencionó que asistiría a alguna sesión de PhotoEspaña. De repente, surgió en mi un interés mayúsculo por la fotografía que provocó que un servidor recorriese medio Madrid tratando de asistir a todos los eventos del arriba mencionado festival con la esperanza de verla. O cuando dijo que visitaría la Feria del Libro, y me convertí en el más asiduo visitante de los jardines del Retiro. Sin embargo, y a pesar de todos mis intentos, la suerte seguía esquivándome.
Seguí insistiendo, insistiendo e insistiendo. Y un día, por casualidad, respondió a uno de mis comentarios. No esperé ni cinco segundos para replicarle. Esperé por su contrarréplica (esperé, esperé y desesperé), que llegó al cabo de una semana. Y así, como quién no quiere la cosa, comenzamos a charlar...
Poco a poco fuimos ganando confianza y compartiendo confidencias. Yo trataba de aconsejarla, de protegerla... especialmente cuando se trataba de cuestiones sentimentales. No quería que ninguno de esos muchachos de gesto duro y mirada de cuero le hiciese daño o que se aprovechase de su bondad. Así que decidí investigar cada uno de los perfiles de sus ciberamigos, advirtiéndola de cualquier signo sospechoso en su conducta... Ya sumido en mis actividades detestivescas, también analizaba cada uno de los comentarios que ella hacía en otros blogs y FBs, tratando de descubrir si mantenía algún vínculo con "amistades peligrosas"...
Tras algunos meses de acoso y derribo, logré que aceptase una invitación para tomar café. Cuando la vi en persona, me pareció muchísimo más guapa que en las fotos. Ella, sin embargo, no parecía muy entusiasmada conmigo. Aun así, me pareció la tarde más maravillosa de mi vida. Al fnalizar, aceptó que la acompañase hasta su casa. Al llegar a la entrada, me regaló un beso en cada mejilla y se despidió de mi.
Tras nuestro encuentro, me resultó difícil volver a contactar con ella. Así que seguí comentando todas y cada una de las entradas de su blog, de su twitter, de su facebook... a la espera de una respuesta.
Un día colgó en su facebook que quería recibir una sorpresa. Así que dediqué toda mi energía mental a tratar de averiguar qué podía sorprenderla... agradablemente, claro. Y... eureka: seguro que no se podría resistir a una noche de ópera. Me dirigí al Teatro Real y compré dos entradas (palco, excelente visibilidad) para "Las bodas de Fígaro". Alquilé un smoking, compré un ramo de rosas y me dirigí hacia su domicilio en mi Renault 5.
Aparqué delante de su casa. Mi corazón latía a mil pulsaciones por minuto. Traté de tranquilizarme escuchando en el radiocassette el dueto Canzonetta sull'aria. Qué delicia...
Me quedé bloqueado... sin saber qué hacer... Al cabo de unos minutos, solo fui capaz de decir, notablemente indignado
- Qué hijo de puta...
Ya, bueno, es que ante esa moto no hay rival, comprendelo. La vida es dura. Besos moteros.
ResponderEliminarAins,así es la vida! Eso suele pasar cuando nos fijamos en alguien sólo por su apariencia, por su atractivo físico.
ResponderEliminarSeguramente, ella hizo lo mismo; se quedó con el que más la atraía (sin desprestigiarte a ti, por supuesto) o con el que tenía moto!
Es que conocer gente internautamente tiene eso: de entrada sólo te fijas en los guap@s y normalmente son ellos-as quienes eligen.
En la vida real, afortunadamente, esto cambia un poco.
Yo intentaría ligar contigo, fíjate tú, pero ni tengo faceboock, ni twiter, ni soy atractiva y encima...no tengo una harley!
Te faltó la harley, a mi las motos me ponen, pero mi chico lo quiero en deportiva...cuídateme, el que la sigue la consigue, un beso
ResponderEliminarJo :/
ResponderEliminarSe ve que le iban más los canallas despreocupados que un dulce bloggero a sus pies. Las hay raritas.
Muas!!1
En primer lugar, agradecer vuestra comprensión con Manolín "el panolín", desdichado, falto de personalidad y obsesivo protagonista de esta historia.
ResponderEliminarPrincesa, la moto es esencial, así que mañana mismo voy a comprarme una (no es coña). Y es que un amoto puede compensar cualquier carencia o limitación masculina (tamaño incluido, jaja). Besos tumbados...
Belkis, gracias por tus palabras. En los tiempos que corren, la imagen es esencial, y si no cumples con el estándar, estás jodid@. Por suerte, es posible compensar unas carencias con virtudes (o con motos, como yo) que nos aporten ese puntito de atractivo que nos convierte en especiales. Por cierto, cómprate una Harley, como Shakira...
Lou, como ves, estoy dispuesto a compensar mi carencia. Cuando la tenga, por fin podré decirte la mítica frase de "sube, tía". Besos.
Blogboreta, los chicos buenos, al igual que las chicas buenas, no molan. Lo que mola es ser malo, insolente, rebelde, atrevido... En cuanto pueda, Manolín "el rarito" se apuntará a un cursillo que organiza Risto Mejide para eliminar esas decimonónicas y machistas costumbres como son regalar flores y entradas para la ópera...
Si es que no falla… Nos gustan los “Canallas…” Aunque creo que si la chica hubiese sabido lo de las entradas, igual hubiera visto una ópera con chaqueta de cuero. Mola… Jajaja. Yo, al menos lo habría elegido, claro que a mi las motos como que no… Soy más de 4x4, aun así, no dudaría… Al menos es mi opinión...
ResponderEliminarSeguro que en la próxima invitación triunfas…
Un beso desde mis Amanteceres.
Ya se arrepentirá en invierno ;)
ResponderEliminarUn beso.
La moto vende, no te lo voy a negar, pero las mujeres no somos tontas, apreciamos mucho más otras cosas. Yo hubiese preferido la Ópera.
ResponderEliminarBesos...
Hombre yo creo que Risto Mejide es un romántico, nunca te enseñaría a no regalar flores o una entrada para la ópera. Si se pone colorado cuando le hablan de su chica.
ResponderEliminarMadreselva, tienes razón: las motos, como las bicicletas, son para el verano... Esperaré hasta el solsticio de invierno para volver a intentarlo.
ResponderEliminar♥ Ana ♥, entonces vayamos en moto al Teatro Real. ¿Hace? Jaja..
Amaranta, así que Risto, en el fondo, es un sentimental... Vaya... tengo que ver más la tele... ;-)
Un papanatas Manolín, empeñado en una mujer que - se veía venir- pasaba de él tres mil.
ResponderEliminarNo me gustan los moteros y menos los harleydervianos porque no hablan de otra cosa y tienden a ser egocéntricos ( al menos los que conocí yo). Yo hubiera preferido un bloguero sensible, pero no que se plantara en mi casa con un ramo de flores.
Un papanatas Manolín, empeñado en una mujer que - se veía venir- pasaba de él tres mil.
ResponderEliminarNo me gustan los moteros y menos los harleydervianos porque no hablan de otra cosa y tienden a ser egocéntricos ( al menos los que conocí yo). Yo hubiera preferido un bloguero sensible, pero no que se plantara en mi casa con un ramo de flores.
Tienes un regalo en mi blog,muy primaveral,a ver si nos refrescamos que tela la calor que hace :)
ResponderEliminarsiento discrepar, la culpa fue del "regalador" de flores
ResponderEliminarla cita operística se debe iniciar por la mañana, con un almuerzo ligero, y un paseo hasta el real para ir abriendo boca
(cuando pase por Madrid, te aviso y hacemos un Thyssen)
Una amiga me recomendo este blog...ahora entiendo, esta sola como la una y no se come un rosco. Eso y que de literatura la pobre, no tiene ni idea, me lo explicaría.
ResponderEliminarAhora lo de mis demás colegas mujeres...madre mía. Un tío que va y se compra lo que sea para compensar lo que sea, pfff. El sentido de esta historia es que el autor cree en su fuero interno que la chica se va con el motero por la harley y no fue asi. Seguramente se fue con el porque el motero era autentico, no era una pose, un cliché barato de flores y operetas. En resumen,que sin la moto, la ropa de cuero y los tatoos el motero sigue ganando. No es que la vida sea injsuta, es que los tios sois gilipollas (algunos, no todos no soy una feminista)y sólo una tonta no ve esconderse a un hombre tras sus "cositas", sus artilugios...triste, la verdad, si este es tu "alter ego", joder, jaja, no quiero imaginarme lo real
Susana, de vez en cuando viene bien un buen acelerón, una buena subida de vueltas, sintiendo entre las piernas el rugido potente de cilindros y pistones subiendo y bajando, jaja. Así que de bloggers nada: mejor, en moto.
ResponderEliminarMadreselva, gracias por el regalo... es un honor.
Shang Yue, hay que reconocer que el capullo de las flores se la jugó... y perdió. Bueno, salvo que se hubiese encontrado otra acompañante "in extremis" para salvar la velada... En cualquier caso, hace un Thyssen... y hasta un Reina Sofía.
Pérfida Salomé, gracias por tu comentario. A pesar de todo, espero que no te haya disgustado mucho esta historia que solo pretendía entretener un poco estas tórridas tardes de verano...
Con suerte (espero) todo lo escrito en este post en particular, ha nacido de una imaginación fértil tremenda y de un sentido del humor muy saludable.
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