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11/11/18

Nieve en polvo... y viceversa.

Fin de semana, y ya hemos tenido las primeras nevadas de la temporada...

Preparo la ropa, guantes, botas, gafas... Coloco las tablas y los esquís, perfectamente encerados, en la baca, y los bastones y resto de equipamiento, en el maletero. Compruebo que llevo el forfait de temporada en la cartera. Sí. Todo listo... Me dirijo a la estación de ski.

Nieve en polvo... casi dos metros de espesor. Religiosamente, espero el turno en el remonte. En cuanto puedo, activo el Arva y salgo fuera de pista...

Empiezo a bajar, zigzagueando de aquí a allá... alejándome de la muchedumbre... Desciendo por una pista negra...  El peligro merece la pena... Ya la veo... Es nieve virgen...  resplandeciente... crujiente... excitante y suave como el pubis rasurado de los dieciocho años.

De pronto, alguien pasa a mi lado como una exhalación... Me desequilibra y caigo de bruces sobre la nieve. Me incorporo algo aturdido. ¿Quién es? Es una mujer. Lleva un kubanka en la cabeza, y va enfundada en un largo abrigo de pieles...

Intento seguirla... o perseguirla... no sé muy bien qué. Esquía muy bien, y me cuesta alcanzarla. Me rindo: es imposible; la pierdo de vista... Pero unos metros más allá, en la espesura del nevado bosque, vuelvo a verla. Diría que me estaba esperando...

Extiende su abrigo sobre la nieve, a modo de colchón... Para mi sorpresa y regocijo, no llevaba nada por debajo, salvo un chaleco, también de pieles. Se arrodilla, echando su cuerpo hacia adelante y apoyando las manos en sus muslos... Sonríe...

No sé qué hacer... La miro... me deleito en la sensualidad de sus curvas; en la voluptuosidad de sus nalgas; en la perfección de sus tetas; y en la dureza de sus pezones... No he llegado hasta aquí para darme la vuelta, así que opto por la solución más sencilla... por la navaja de Occam...

Desabrocho mi pantalón... Mis rodillas se hunden en la nieve... Estoy tan excitado que apenas siento el frío...  Separo sus piernas... y con mi mano dirijo alevosamente mi sexo enhiesto hacia el suyo...

De pronto... un ruido. Miro hacia atrás bruscamente. No... no es nada...

Ella también se ha girado. Ahora, mi polla ha quedado justo en frente de su boca. Vuelve a sonreir.

La engulle lenta y profundamente. Sujeto con mis manos su cabeza. Quiero que se mantenga en el sitio, y ser yo el que entre y salga, a un ritmo suave. Otra cosa me llevaría a la meta demasiado rápido, y ahora no quiero prisas. Soy consciente de que le dejo poco margen de maniobra. Aun así, mueve su lengua con destreza, acariciando lascivamente mi verga, que, feliz de hallarse en tan caliente prisión, palpita llena de esplendor.

Balanceo mis caderas empujándolas hacia adelante y hacia atrás, metiendo mi miembro y sacándolo de su boca...  Pero no mucho, sólo un poco, evitando que salga totalmente fuera. Siento la presión de su lengua, la succión de sus labios y la cálida humedad de su saliva conspirando para aplicarme con exquisita precisión la justa dosis de excitación...  Cierro los ojos. Mmm...

Casi al borde del precipicio del placer, consigo detenerme. Empujo hacia atrás su cabeza...  Me mira en silencio... combinando en perfecta proporción provocación, perversidad e inocencia... Con un gesto, le indico que recupere la posición inicial... Sí... así... mirando a Cuenca... o a Teruel, donde los amantes...

Mis dedos vuelven a merodear las cercanías de su sexo palpándolo con delicadeza. No oculta su excitación... quizás más debida a que desconoce lo que le voy a hacer, que a la pericia de mis lúbricas caricias... Me reta separando sus piernas y hundiendo su pecho en el abrigo, exponiendo sin ambages su sensual feminidad y mostrando claramente el evidente camino que desea seguir... 

A duras penas, mantengo la calma...

Me distraigo recorriendo con la mirada su dorso desnudo... Pero mis dedos no se resignan a un papel secundario... y por su cuenta y riesgo deciden deslizarse por el surco que nace en su cuello, prosigue entre sus hombros y asciende por sus lumbares...  Ya en el inicio de la frontera que separa sus nalgas, dibujan un círculo... que se convierte en otros dos y que acaban convergiendo en el símbolo del placer más infinito...

El trazo de mis dedos prosigue aguas abajo... Sin mediar orden consciente alguna, mi mano se gira.... ahuecando su palma para amoldarse a la forma de su anatomía femenina.... Mi dedo corazón -¿cuál si no?- se aventura entre los pliegues de su sexo.... Qué contraste: frío, calor y humedad... mucha humedad. Retiro mis dedos para deleitarme con su olor y sabor... Pero el frío es tan intenso, que su húmeda excitación se convierte en pocos segundos en una delicada escarcha que adorna mis dedos...

Mmm... la saboreo lentamente... mmmm.... qué delicia...

Mis ojos topan con su mirada... es fascinante...  Con un leve arqueo de sus cejas, requiere mi acción...  Sí... la voy a follar ya... sin más demora...

Empujo con fuerza mi cuerpo hacia adelante, conduciendo mi sexo hacia el suyo... Siento como su carne se abre para mi mientras la penetro con una mágica y profunda embestida. No pecaré de impaciencia... así que disfrutaré con calma este primer sorbo de placer. Coloco mis manos en sus caderas y las empujo hacia mi.... Quiero llegar a lo más profundo de su deseo... Aprieto más fuerte, tensando mis nalgas... Mis manos se aferran con fuerza a sus caderas. Vuelvo a empujarla hacia a mi...  Un gemido escapa de sus labios... y un ronco rugido de los míos. Ya estoy... ya estamos...

Ahora puedo sentir la suave presión de su sexo envolviendo al mío... Ahora siento la cálida humedad de su pasión desbordante desquiciando mi temple... Siento la incitante dureza de sus nalgas retando a mi aplomo. No, no caeré en sus provocaciones y trampas...  Me quedaré así,  aparentemente inmóvil, hasta hundirme y fundirme dentro de ella...

De pronto, otra vez el ruido.

Final A:
En realidad, sufrí una caída mientras esquiaba fuera de pista. No me puse el casco,  y me golpee la cabeza con una roca, perdiendo el conocimiento (aunque es difícil perder algo que no tengo). El Arva no se activó, y poco después de una hora, fallecí por hipotermia. Nadie lloró mi pérdida, ni reclamó mi cadáver. Pasados 10 años, y probablemente a causa del calentamiento global producido por la prematura erradicación de los vehículos diésel, por fin descubren mi cuerpo congelado...  


Final B:
El sonoro e intenso percutir de las carnes unido a nuestros gemidos y bramidos de pasión provocaron una repentina avalancha que nos sepultó... Pasados 10 años,  y probablemente a causa del calentamiento global producido por la prematura erradicación de los vehículos diésel, alguien descubre las figuras congeladas y abrazadas de los dos amantes... Nadie, a día de hoy, sabe aún quiénes son...
Final C:
El ruido procede de los árboles. Hay alguien allí.... escondido, observándonos... Ella no se inmuta. Pero cuando iniciaba el ademán de retirarme para ganar altura y tener una posición de mayor dignidad y fuerza, ella, con aparente tranquilidad y sosiego, me invita a proseguir lo iniciado diciendo:

 - No te preocupes: es mi marido... y le gusta mirar. 

2 comentarios:

  1. Yo es que lo del calentamiento global no lo veo, jajaja.
    Me ha gustado.

    :)

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    Respuestas
    1. Yo tampoco veo lo del calentamiento global... Pero bueno, en estos tiempos de lluvias y nevadas, siempre viene bien un poquito de calor picantillo, jaja.

      (Gracias por la visita... y el comentario)

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