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8/4/20

Hay alguien más...

Los latidos del corazón de Berta se aceleraron...

Simultáneamente, una sensación en la que se mezclaba cierto desasosiego con una intensa excitación comenzó a manar de su sexo...

Para aplacar la tensión, decidió recostarse sobre la cama, separando sus piernas y exponiendo su coño... para dejar claro a quién quiera que fuese que iba a dejarse hacer...

El voyeur recibió el nítido mensaje... y transformó la aparente pasividad del que contempla en la distancia, en activa participación en el tablero del juego del deseo...

El extraño se acercó hasta los pies de la cama y separó aún más sus rodillas...

Berta, cubierta aún con su antifaz, pudo percibir con meridiana claridad el olor a vodka, arándanos, cuero y tabaco de su desconocido acompañante. Un chispazo de lujuria iluminó su cerebro: era Ricardo...

Joder... ¿qué demonios estaba haciendo allí? Ufff.... el morbo un repentino torrente de flujo que empapó su sexo y la colcha de la cama...

Imaginó su mirada... quizás clavada en los rosados y brillantes labios de su vulva... abiertos obscenamente... deseando ser penetrados... O quizás contemplando su abultado y palpitante clítoris... implorando ser acariciado por una lengua invasora... o mordisqueado por una boca experta y libidinosa.

- Mírame bien... cabrón... fíjate bien en la exquisita belleza de mi coño... fíjate en su perfecta simetría... en la intrincada delicadeza de sus pliegues... en la casi invisible traza de vello púbico recién rasurado... en el olor que desprende como hembra caliente y cachonda que estoy... - pensó Berta para sus adentros. 


El silencioso acompañente extendió su mano... y como el mismísimo Dios de La Creación de Adán, de Miguel Ángel, rozó con su dedo la bisectriz de su sexo, recorriéndolo desde la cima de su clítoris hasta los ocultos confines de su zona anal...

Berta no pudo evitar emitir un gemido que rompió el silencio que rodeaba la escena...


Su explícita muestra de excitación fue premiada con una incursión rápida y certera de la boca de su compañero a sus tetas... a sus pezones... Estos fueron lamidos, saboreados y mordisqueados, de izquierda a derecha... y de derecha a izquierda... sin distinción de ideologías... ni cuotas de ningún género... 

La impaciencia comenzaba a devorarla... ya no quería más estímulos... más prolegómenos... más jueguecitos. Lo que quería es que la follase de una puta vez... con deseo... con fuerza y vigor...

Y como su hubiese una conexión telepática con su socio... éste se levantó y se puso en pie...

El lento sonido de la cremallera del pantalón le anunció que el momento había llegado... y que ahora tendría que ser ella la que pusiese bien firme y a tono toda la artillería pesada que se escondía en la entrepierna de aquel hombre...

Su intuición femenina le anticipó que él se estaba masturbando... y eso la puso extremadamente cachonda... Allí estaba ella, con las piernas abiertas, deslizando sus dedos por su coño... tocándose sin miramientos... liberada por su antifaz de la censura de las miradas incómodas... masturbándose ante un desconocido que también estaba pajeándose... en su honor...

Y es que no hay mayor deseo que sentirse deseada... codiciada...

Berta estaba embriagada... y muy caliente y empapada... flotando en una nube de lujuria... Pero lo que no sospechaba... es que allí, oculta en la puerta de su habitación, alguien más les acompañaba...

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