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30/12/17

En casa de los anfitriones... (2/9)

(viene de aquí; escribe Davicín...)

Me senté desnudo a los pies de la cama y esperé pacientemente a que Gema acabase de ducharse. Tanto a ella como a mi nos hacía ilusión tener ocasión de reencontrarnos con Jesús e Icíar. Había buena química entre nosotros y la etiqueta requerida para la cena no dejaba de ser divertida, ¿hacía cuánto que no nos vestíamos de gala?

Pasados 15 minutos, ¿o quizás fue una hora?, Gema salió del baño envuelta en una espesa y densa neblina. Enfundada en una toalla blanca, se acercó a mi. Alcé mis ojos; la piel de sus hombros estaba aún empapada. De pronto, y sin mediar provocación ni motivo alguno, dejó caer la toalla al suelo...
Quizás fue la visión de la suave curvatura de su vientre... o la sorprendentemente exigua sombra de vello que adornaba su pubis (¿para qué se habrá depilado?), o la insolente dureza de sus erizados pezones... o la picardía de su mirada traviesa... o la combinación de todas estas señales la que me provocó una instantánea, súbita y equina erección...

Gema advirtió complacida el progresivo endurecimiento de mi polla... Se sentó en el borde de la cama y empezó a acariciarla con el empeine de su aún húmedo pie... Sus osadas caricias, que comenzaban su andadura en mis testículos para terminar en el extremo rosado de mi palpitante verga, estimulaban peligrosamente mis casi olvidados deseos más oscuros...
Gema se arrodilló en el suelo... Yo separé las piernas y cerré los ojos, predisponiéndome a lo que imaginaba una inminente felación... Después de tanto tiempo de inactividad y aburrimiento, por fin llegaba mi hora... Así que contuve la respiración y eché la cabeza hacia atrás... Pero, de pronto, sus lúbricas caricias mudaron en castigo, poniendo un repentino y cruel final a mi ardor al propinar un sonoro manotazo a mi enhiesto miembro., al que reprendió, sin mostrar la más mínima compasión por el correctivo impuesto, con un enigmático: "tendrás que esperar... Davicín... hoy no es tu turno..."

Alivié mi dolor y mi reprimida excitación en la ducha. Cuando terminé, Gema ya no estaba en la habitación. Había aprovechado mi ausencia para extender sobre la cama un Armani del que me encapriché hace años, una camisa blanca de botones plateados y unos gemelos a juego. Y al lado, una corbata en tonos azules que colocó disponiéndola en forma de un corazón...




Escuché los tacones de Gema por el pasillo, al tiempo que decía:

- Cariño, podemos irnos cuando quieras; yo ya estoy.

Miré hacia la puerta, por donde, al poco, apareció...  y ¡cómo estaba!... Estaba preciosa: pelo ligeramente recogido; un vestido azul eléctrico de corte imperio que disimulaba sus curvas destacando su generoso busto con un escote en U; zapatos de tacón negros con pulsera al tobillo que le modelaban unas bonitas piernas hasta el largo de la vaporosa falda; bolso de mano a juego; su sonrisa, perfectamente perfilada; y el brillo de sus ojos... mmm. Todo perfectamente elegido para volverme loco...

Tras unos segundos de conmoción, pude cerrar la boca. Y tragando a duras penas la saliva que se había acumulado en mi cavidad bucal, conseguí articular palabra:

- Estás absolutamente deslumbrante, querida. Hoy no te libras..  

Deseo, más que predicción, a la que ella, sonriendo pícaramente, respondió:

- Pues tú también estás para que te hagan un favor… jajaja 

Reímos, cogimos el vino, mandamos los correspondientes mensajes a los chicos, que estratégicamente habían sido "colocados" en casa de unos amigos, y bajamos al garaje para tomar el coche. Aunque la casa de Icíar y Jesús no estaba muy lejos, conduje todo lo despacio que se podía para hundir mi mano entre sus muslos y regocijarme con las vistas a su espectacular escote...
 
 Ding dong...

Nos recibió Jesús en el porche, y su sonrisa se explayó al instante:

-¡Qué puntuales!.

Abrazó a Gema y luego a mi, para dirigir de nuevo rauda su mirada a Gema dándose tiempo para contemplarla entera de arriba abajo:

- Estás absolutamente... espectacular, comentó mientras la cogía de ambas manos.

Ella sonrió, 

- ¡Qué cumplidor!

- Que no es cumplido, estás preciosa de verdad.

- Tú también estás muy guapo, dije yo, para hacerme notar y poner fin a tanto empalago.

- Y tú, Davicín... me devolvió, en símil tenístico, desde el fondo de la pista.

Tras reir los tres...  apareció Icíar con un vestido camisero de seda roja y manga francesa muy elegante, y con un fino cinturón que dejaba a la intuición todo el esplendor de su feminidad:

- ¡Qué barbaridad!, qué guapísima estásIchi... y qué pañuelo más elegante - dijo Gema.
- Y tú estás estupendísima... y tu pañuelo es espectacular - respondió Icíar, sin que yo entendiese a cuento de qué venían tantos piropos pañuelísiticos.

Nos besamos y abrazamos... y nos invitó a entrar. Su casa era impresionante: volúmenes rotundos, líneas rectas y sencillez de formas, fachada en Corian y vidrio; fue diseñada por el estudio A-cero, y había aparecido en varias portadas de revistas de decoración. Entramos en el salón, amplio... luminoso... con mobiliario minimalista en vidrio, madera lacada y mármol travertino. A la derecha, una escalera volada apoyada en un muro de agua. A la izquierda, muy al fondo, una chimenea y un enorme sofá en chenilla gris que le daba un toque hogareño y acogedor a tan excesiva modernidad. De frente, un enorme ventanal retráctil de paneles japoneses que daba paso a una piscina blanca, de lámina de agua de color turquesa.

Jesús tomó del brazo a Gema y comenzó a explicarle todos los detalles ocultos en tan vanguardista interior. Con la disculpa de que mostrarle noséquécosa del reflejo del Sol en el solsticio de verano, la condujo hacia las escaleras, sujetándola por la cintura. Bien pensado, Jesús desbordaba cortesía y amabilidad con Gema... quizás hasta con cierto amaneramiento. Pero como soy bastante mal pensado, supuse que su verdadera intención era regodearse con el espectáculo de sus curvilíneas y oscilantes nalgas e imaginarla desnuda subiendo las escaleras. Qué cabrón soy...
Mientras ambos estaban en la parte de arriba del salón, Icíar y yo nos servimos vino y nos sentamos en el sofá. El vestido de Iciar se acortó sensiblemente al sentarse a mi lado, y no pude quitar la vista de esas piernas perfectas, esculturales y, para ser invierno, extrañamente bronceadas. 
Comenzamos a charlar animadamente sobre los viejos tiempos... Icíar reforzaba su conversación tocándome y agarrándome el brazo... lo cual me complacía maliciosamente. Llegó a tal extremo su efusividad, que en uno de los “¿te acuerdas?”,  plantó su palma en mi muslo al dar énfasis a una anécdota. Un relámpago recorrió mi cuerpo al notar su mano en tan erógena zona. Tras el fogonazo erótico, sonó de nuevo el timbre... Jesús bajó rápidamente y acompañó a Icíar a la puerta... y yo recuperé a Gema.

Eran Vicky y Tino, los amigos con que completábamos el encuentro.

Tino era un tipo grandón, cara simpática y risueño; quizás algo mayor para ella. Vicky era alta, morena, con una sonrisa cautivadora. Iba con un vestido de tubo granate muy armado, escote halter que dejaba ver sus hombros... En su cuello, un colgante de perlas adornado con un candado de oro con forma de corazón.

Cuando entraron al salón, Vicky pasó justo delante de mí...  y pude observar su espalda al descubierto. El vestido la enmarcaba en una escote trasero de provocadora abertura infinita que llegaba a mostrar el perturbador inicio sus nalgas, y que no se abría más gracias a la presencia de una tintineante cadenita plateada. Quizás fuese mi calenturienta imaginación, pero me dio la impresión de que se contoneaba ante mi al caminar, lo cuál provocó que no pudiera quitarme de la cabeza esa imagen durante toda la velada.
Y entre contoneo y contoneo, Gema me ofreció otra copa de vino (¿cuántas van?). Para apartar las tentaciones ajenas. miré su escote y a sus voluptuosas tetas. Apuré la copa de un trago, y nos sentamos a la mesa.

4 comentarios:

  1. El ambiente se caldea...
    Es Ud. un maestro creando ambiente, querido amigo.

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    Respuestas
    1. Gracias, Ulyses, por tu visita...

      Poco a poco van definiéndose los personajes... sus fantasías... sus dudas... sus tabúes...

      Espero que la temperatura vaya subiendo poco a poco... y que nadie se queme, jaja.

      Un abrazo.

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  2. Tengo que reconocer que me muero de ganas por que continúe....

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    Respuestas
    1. Hola, Tatu... está a punto de salir la siguiente entrega del relato...

      Un beso

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