La puerta. Testigo de lo que fuimos.
Tras el umbral, tu sonrisa… y la mía.
Y el deseo que nos devoraba, nos consumía.
¿Llamar? Lo he intentado… no hay respuesta.
Pero aunque el tiempo castiga,
sigo pensando que hay una rendija…
Y quizás mañana se vuelva a abrir.
Las puertas y las paredes son testigos mudos de tantas cosas, que si ellos hablaran...
ResponderEliminarYo creo que no es bueno castigarse con ilusiones cuando no hay esperanza, lo mejor es seguir caminando. Lo pasado ya es pasado y allá quedó. Aunque dicen que "la esperanza es lo último que se pierde".
Un gusto volver a leerte, Manolo, estoy a la espectativa de tus entradas, ahora que ya estoy por estos lares, deseando de leerte.
Me gustó la fotografía que elegiste.
Un beso.
Tienes razón, las puertas y las paredes guardan en silencio tantas historias… Si hablaran, nos contarían de risas, de deseos, de pasión…
EliminarEmpecé a escribir cuando me enviaron esa imagen… es evocadora, y puede interpretarse de muchas maneras. Lo que me sugirió es cómo nos aferramos a veces a esas grietas del pasado, buscando un eco que ya no responde.
Y sí: no vale la pena castigarse con ilusiones cuando la esperanza se desvanece. Si la historia es pasado, si la relación se cerró tras esa puerta, lo mejor es dejarla ahí…
Ya sabes que cuando una puerta se cierra, ciento se abren. Así que hay que atreverse a llamar, a golpear la madera con los nudillos… quién sabe… lo mismo alguien te espera con una sonrisa.
Me alegra muchísimo que te acerque por estos lares. Ya sabes que siempre es un placer saber que te gustan (ya estoy pensando en la próxima)
Besos.