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30/3/23

La amiga de mi hermana…

Mi hermana insistió en que la acompañase a una barbacoa en casa de unos amigos suyos. No me apetecía mucho... pero esa tarde no tenía mejor cosa que hacer. 

Llegamos. Los anfitriones parecían cordiales en el trato. Él, de aspecto bonachón, locuaz... quizás algo dicharachero, no paraba de hablar (de esto, de lo otro) y de beber. Ella, más sobria, en todos los sentidos, y discretamente elegante… Sus brazos y piernas delataban la práctica no esporádica de algún deporte. Junto a ellos había otra pareja, que anunció que se irían tras los postres. Y así hicieron.

Ya solos, el anfitrión nos sirvió unas copas. Y con la primera, su energía cayó a cero: se tumbó en una hamaca que estaba al lado de la piscina y empezó a roncar. Mi hermana y la anfitriona prefirieron broncearse en las tumbonas. Así que yo... sin muchas más opciones, me zambullí en la piscina. 

Tras un par de largos... me apoyé en un lateral, con el resto de mi cuerpo en el agua, y escudriñé el entorno. El roncador no daba tregua... mi hermana tumbada boca abajo también parecía grogui... y la anfitriona... mmm... la anfitriona estaba recostada con el respaldo de la tumbona algo levantado... aplicándose bronceador en el perímetro de su escueto bikini rojo... y mirándome... muy fijamente. 

El cruce de miradas me produjo una leve erección... y lo que es más grave: provocó que la empezase a mirar como mujer... como hembra... Analicé sus curvas, sus labios... su vientre... la bisectriz de sus muslos... y se bloqueó mi mente con una sola idea. 

De pronto se levantó, y de un salto se zambulló en la piscina… Hizo un par de largos a toda la velocidad, cual sirena experimentada, y se detuvo justo enfrente de mi. Apoyó los codos en el borde de la piscina... y me miró.

Uff... no sabía qué hacer, si acercarme o quedarme (should I stay or should I go?). Y sin tiempo a resolver mis dudas, se echó hacia atrás, como estirándose, momento en el que pude ver de cerca toda su excitante y curvilínea anatomía delantera…

Pero si la delantera era bocatto di cardenale, la trasera, y nunca mejor dicho, era espectacular.

Tras secarse un poco, se dirigió al interior de la casa. Pero justo antes de entrar, se volvió hacia atrás y me miró; y yo a ella. Sutilmente ladeó un poco la cabeza, gesto que interpreté como una invitación a entrar. Haciendo fuerza con mis brazos, de un salto salí de piscina y la seguí, caminando con cuidado para evitar despertar al somnoliento anfitrión ni a mi dormida hermana. 

Entró en la cocina y se detuvo en el frigorífico. Me acerqué a ella, empapado aún, hasta rozar con mi pecho su espalda y con mi bañador sus nalgas; nalgas de las que pude certificar su dureza, lo cual no sólo confirmaba mi hipótesis sobre la actividad deportiva sino que acrecentaba mi erección... 

Rodeé con mis brazos su cintura, y dejé que mis manos se tomasen la libertad de explorar lo que se ocultaba bajo su bikini... Primero en la parte de arriba, donde amasaron la fortuna de sus tetas... y de sus pezones; y después abajo, donde encontraron El Dorado del placer...

Mientras la acariciaba, comencé a besarle el cuello... primero en la nuca... luego por un lado...  hasta alcanzar el lóbulo de su oreja... Mi lengua y mi boca dejaban una estela de saliva por su piel... que mi ardiente respiración dejaba al borde de la evaporación... 

Le susurré que era preciosa, magnética, que me gustaba, que me excitaba... y que quería follarla... Y con cada palabra, notaba su respiración se hacía más profunda, más intensa... haciendo que de su boca se escapasen unos gemidos nada imperceptibles... El temor a que esa incontinencia sonora alterase mis planes, me impulsó a girarla sobre sí misma, como si estuviésemos bailando, y que empezase a besarla en la boca...  mientras con mis manos, y sujetándola por las nalgas, la estrechaba aún más hacia mi.

De pronto, ella se retiró un poco hacia atrás y comenzó a despojarme de mi bañador, no sin alguna dificultad, dado lo mojado que estaba y, sobre todo, por lo empalmado que estaba. Y sin mediar más palabras o hechos, se puso en cuclillas y apoyando sus manos en mis muslos para equilibrarse, empezó a comerme la polla...

Joder... una corriente eléctrica de puto placer cortocircuitó mi mente y mi cuerpo. La presión de sus labios y el vaivén de su cabeza de adelante hacia atrás me estaban provocando una inmensa excitación.  Pero uno siempre quiere más... 

Desanudé el lazo de atrás de la parte de arriba de su bikini, que cayó al suelo. Los pezones erizados no dejaban lugar a dudas: ella también estaba tan o más excitada que yo...

Pero el contexto en el que se desataba nuestra pasión no era el más adecuado: jugaba en terreno ajeno, con el dueño y mi hermana a escasos metros... Así que teníamos que optimizar el poco y escaso espacio y tiempo disponibles...  

Metí mis manos bajos sus hombros y tiré de ella hacia arriba, para que se incorporase... Desanudé los lazos de la parte de abajo del bikini... y me acerqué otra vez a ella... 

Rodeando su cintura, conduje directamente una de mis manos a su sexo... Sentí el roce de su vello púbico... la humedad de sus labios... la dureza de su clítoris y la calidez de su vagina. 

Mi polla buscaba desesperadamente un acomodo en su curvilínea anatomía trasera, navegando, aguas arriba y abajo, por la hendidura entre sus nalgas, pero sin penetrarla... aún. 

Pero ella no estaba para estas exploraciones. Decidió que era mejor el pájaro en mano que ciento volando, lo que materializó agarrando con fuerza mi polla para tratar de llevarla hacia su coño. 

Pero yo tenía otros planes... 

Y mis planes pasaban por recuperar el dominio de mi polla para conducirla con mi mano izquierda, y sin paradas intermedias, hacia su ano.

Debo confesar que tiene un punto de delicioso morbo la sensación de tratar de introducirme en su cuerpo por donde no esperaba. 

Intenté ser todo lo delicado que se puede ser en tal brete. Mi glande empezó a horadar su culito, que poco a poco iba relajándose, y abriéndose. 

Al sentir como sus manos agitaban con vehemencia su clítoris, llevé mi mano hacia uno de sus pezones, apretándolo con fuerza. Gimió con cierta intensidad, lo que provocó en mi una señal de alarma, ya que podía despertar a los dormidos en el jardín. Aceleré mis acciones. 

De un empellón, intenté meter mi polla en las profundidades de su ano.... Pero estaba yendo demasiado deprisa para una operación que requería más estimulación y más lubricación. 

Hizo un segundo intento para introducir mi verga en su sexo, que impedí bruscamente. Se revolvió un poco, como si pretendiese evitar lo inevitable... y tras sujetarla con fuerza, empujé hacia adelante hasta sentir como su delicioso culo rodeaba mi nabo en toda su extensión. 

MMM.... que sensación más intensa sentir la estrechez de su culo apretando mi polla.. que placer sentir la mullidez de sus nalgas rozando mi pubis. Qué puto placer follarme a esa pantera dominando su fuerza... Qué morbo sentir que en cualquier momento podríamos ser descubiertos... 

Bombeé una y otra vez mi lujuria en su ano... enculándola... azotándola unas veces... apretando sus pezones otras... 

Y llegó el momento en el que la aceleración de su mano agitando y hasta diría que maltratando a su clítoris, los empellones cada vez más profundos y los pellizcos en sus pezones nos llevaron al éxtasis más intenso que había experimentado nunca.

Me corrí en su culo... en silencio... conteniendo la respiración todo lo que podía. 

Me eché hacia atrás... y pude ver como un borbotón de esperma afloraba por su ano. 

La besé en el cuello... y me enfundé apresuradamente el bañador... Ella hizo lo propio con su bikini rojo. 

Y justo antes de volver a entrar en el jardín, le susurré al oído: 

- Continuará...

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