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1/10/23

Noli me tangere

 - ¿Puedo tocarte?

Me sorprendió recibir su WhatsApp ayer, a medianoche. Sobre todo porque, tras nuestra conversación del viernes por la tarde, creía haberla persuadido de que no correspondería a sus sentimientos hacia mi. 

- ¿Qué?, pregunté pensando que podía tratarse de un error del autocorrector del teclado.

- ¿Que si me dejas que te toque?

Alice, en su país de las maravillas, persistía volviendo a desconcertarme con una pregunta a bocajarro.

Mi primer pensamiento fue responderle diciéndole que era muy tarde y que debería descansar, metiéndose en cama con su marido que, by the way, y para complicar aún más las cosas, es compañero de trabajo. Así que tenemos combo x2 de polla y olla.

Pero anoche tenía pocas ganas de dormir y muchas de jugar, así que tiré del hilo…

- ¿Para qué quieres tocarme?

- Lo necesito… no sería nada sexual.

No sería nada sexual… es como la venda antes de la herida. 

Pero yo ya soy muy viejo para creerme estos trucos Jedi baratos. 

Sí, sería algo sexual, como sexual fue cuando, al concluir nuestra jornada vespertina de paseo por la montaña, su culo se acomodó entre mis piernas mientras estaba sentado en el murete del embalse de La Barranca. 

Todo en ella es sexual, aunque pretenda disimularlo diciendo que se trata una “amistad+”. Y es que en todos los años de mi vida no he visto un solo caso de amistad hombre-mujer que no albergue una componente sexual. 

Quizás esté equivocado, pero mi experiencia me dice que si un hombre es hombre y una mujer es mujer, siempre habrá entre ellos una cierta tensión sexual instintiva, natural e inevitable. Otra cosa es que la madurez y la educación nos permitan mantener controlado el impulso. Pero por mucho que lo dominemos, siempre, siempre, siempre estará ahí… y en ambas partes.

Y como no quiero encender un fuego que pueda quemarme, tuve que ser tajante.

- No, noli me tangere

- ¿No te atreves?

- No es posible lo que quieres. Ya te dije que tendrías que aprender a mantener controladas tus emociones y sentimientos dentro del perímetro de espacio y tiempo que puedo darte. Y tus mensajes de esta noche, sólo unas pocas horas después de que me hubieses asegurado que no ibas a contactar conmigo en una temporada, demuestran que todavía no eres capaz.

Tras escribir esas palabras tuve la sensación de haber sido muy duro con ella, pero su cabeza era más dura aún…

- ¿Y si fuésemos a la Roca?

Joder, le había comentado muy de pasada que al final del bosque, río arriba, había una Roca desde la que podía contemplarse el valle y el embalse y en la que podías tomar el Sol desnudo, lejos de miradas indiscretas. Pero se ve que ella no pasaba por alto ningún detalle (si exceptuamos mis reiterados noes a sus pretensiones)… 

 - Ya veremos, dijo un ciego. Ya veremos…

Y ahí estamos… pensando en si merecerá la pena, o no, entrar en la madriguera del conejo… de Alice

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